miércoles, 11 de febrero de 2015

¿Es incompatible ser femenina y ciclista?

  Tras realizar una toma de contacto inicial con el mundo de la bici no he podido evitar hacerme unas reflexiones sobre este entorno aún desconocido para mí y que seguro mis lectoras agradecerán comparta con ellas.



Acabo de iniciarme en un mundo muy masculino, solo hay que ver lo poco adaptado que está a nuestras necesidades, desde la ropa, ya estemos hablando de camisetas, shorts o mallas con badana, a cualquier otro complemento. Y con femenino, no me refiero a rosa, el concepto abarca un terreno mucho mas amplio y, por ello, complicado para la mente masculina.
Es un mundo tremendamente adictivo por razones diferentes, por una parte está ir de “shopping”, es importante qué tipo de bici escoger de acuerdo con las necesidades de cada uno y del uso que se le vaya a dar , pero la más importante radica en la práctica de un deporte al aire libre, para aquellas que durante la semana dependemos del coche para ir a nuestros trabajos o diferentes actividades es una válvula de escape y una forma excepcional de desconectar con la actividad diaria. Además, por supuesto, de la sensación de libertad al estar en contacto con la naturaleza y del reto personal.
Dentro del ciclismo se puede optar por varias modalidades, pero el destino me ha hecho recalar en la denominada “cicloturismo”.

Consiste en viajar en bicicleta, sin prisa, disfrutando del camino, del paisaje, de la calma. Resulta que hay todo un mundo por explorar y mucha información sobre posibles rutas adaptadas a las condiciones físicas de cualquiera, en este punto he de confesaros que mi condición física parte de unos mínimos impensables, por lo que si yo puedo, todas podemos. Para las más osadas también hay diseñadas rutas que recorren largas distancias utilizando la bici como casa móvil ya que en ella deberéis llevar lo imprescindible en unas pequeñas alforjas, es un concepto diferente para quienes, como yo, hemos escogido siempre el avión o el coche para realizar desplazamientos.
Deciros antes de nada que es un mundo que me ha fascinado, donde reina el compañerismo, no es un deporte individual. A pesar de que mucha gente realiza grandes trayectos en solitario, el contacto con otros ciclistas o con las personas con las que el camino te hace encontrarte, forma parte del encanto del viaje.
Pero… recordad que vaís a hacer un viaje de siete días sobre una bici y que todo lo necesario debéis meterlo en unas alforjas, teniéndo en cuenta que cuántas más pertenencias decidáis llevar , mayor será el peso, y por tanto, mayor será el esfuerzo que deberéis realizar.
He aprendido mucho sobre ello, he leído artículos y me han asesorado concienzudamente sobre cómo enfocar esta cuestión, pero este asunto me chirría porque retomando el inicio del artículo, es un mundo poco frecuentado por las mujeres. Solo hay que fijarse, y para ello invito a los hombres a que mediten sobre éste particular, en las pocas mujeres con las que te cruzas cuando sales a rodar.
Y es aquí cuando lanzo la pregunta que encabeza el artículo, ¿es incompatible ser femenina y ciclista?
Evidentemente se trata de hacer deporte y no de asistir a la gala de entrega de los Oscar,  pero no por eso debe parecer que nos hemos abandonado como mujeres y que estemos suplicando que la muerte nos rescate en cada curva o en cada pendiente que encontremos.
Los condicionantes de hombres y mujeres son diferentes, desde el simple hecho de no poder hacer aguas menores junto a cualquier árbol, y junto a 15 ciclistas más con los que has hecho el camino o con quienes simplemente has coincidido, (para aquéllos a quienes no les cueste visualizar les animo a que imaginen que la única mujer del grupo hiciese lo mismo), hasta el hecho de cambiarte de ropa si algo se moja o se rompe.
Por supuesto que podemos viajar sin secador de pelo y si nos apuramos hasta sin ropa, y vaya por delante que me ha gustado el concepto de viajar con lo mínimo imprescindible, pero ese “mínimo” nunca va a ser el mismo para nosotras que para ellos.

Los ciclistas mochileros no llevamos gel, champú y un peine?? pasta de dientes y un cepillo?? Toallitas húmedas?? Kleenex?? Y alguna crema para que después de un viaje a la intemperie, entre el sol, viento, y demás inclemencias, no parezca que hemos envejecido 30 años?? Porque de todo ello hay posibilidad de llevar artículos de viaje que ocupan el mínimo imprescindible y particularmente considero que son necesarios para que a nuestra vuelta no demos la sensación de haber recalado en una isla desierta tras un naufragio.
Entiendo perfectamente el problema del peso que se transporta pero no debemos olvidarnos de llevar lo necesario para poder hacer vida social y no llevar una nube de mosquitos revoloteando a nuestro alrededor.
Hay quienes dicen que una mujer con la cara lavada tiene una belleza especial, pero pocas son las afortunadas que están guapas de tal guisa.

Llegados a este punto os comunico que tengo en mente realizar un viaje de varios días en bici. Y me surgen muchos interrogantes...
Ya que dormiré en albergues, me cabrá un pijama en las alforjas??
Me podré lavar los dientes y ducharme con gel y champú??
Pareceré un muerto viviente pedaleando agotada tras una larga jornada sobre la bicicleta “con la cara lavada” y sin haberme podido secar el pelo ni peinarlo?
Estoy dispuesta a hacer la ruta, creo que lo voy a pasar genial y que me encantará formar parte del viaje y no verlo desde la ventanilla de un coche, pero volviendo de nuevo sobre nuestro tema…¿Es necesario que una mujer no sea femenina por el simple hecho de montar en bici?? Mi respuesta es un rotundo NO, y me pertrecharé de todo aquello que, siempre en tamaño reducido, sea necesario. Forma parte del reto y cuando me propongo algo…

En un próximo artículo os contaré las aventuras y desventuras de una principiante en su primera ruta larga. La diversión está asegurada. 

Eva 2015

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